El taller de cerámica fue mi primer acercamiento al mundo del arte y de la creatividad, y me enamoré completamente. Siempre había pensado que yo no era buena para lo manual o que no era la suficientemente creativa, pero un par de clases en Casa Amarte me demostraron lo contrario. Con amor y paciencia, Leni, la profe, me fue ayudando a encontrarme con los elementos y a trabajar en cada pieza. Me fui entusiasmando cada vez más, llevando ideas nuevas que veía, sin saber si eran posibles, y queriendo hacer más y más piezas. Y ahí estaba Leni, intentaba darle la vuelta con alguna técnica para que pueda lograr mis objetivos. Me enseñó a usar diferentes herramientas y procedimientos para llegar a los resultados que buscaba, acompañándome en el camino y alentándome a probar aunque a veces no salga como esperábamos. Al ser un grupo reducido, realmente se siente como una clase personalizada donde el foco está puesto en explorar los intereses propios. En cada clase se produce un espacio de comodidad y dedicación que dan ganas de seguir creando con libertad. Es un espacio que me enseñó a dejar de lado mis creencias limitantes sobre mi propia creatividad y meterme de lleno en la exploración.
